martes, 1 de noviembre de 2011

Un cuento sin Moraleja.




Era una vez que se era
Una princesa encantada
Que en castillo resguardada
Veía pasar el tiempo.
De su torre en la altitud,
Del paisaje que cambiaba
Imágenes que pintaba
Con las que se imaginaba
Como seria la luz
De lo que no vislumbraba,
Cuando veía una flor,
A través de su cristal,
Allá por la lejanía,
Le copiaba su color
Y en el lienzo lo plasmaba
Intentando capturar
El aroma del perfume,
De sus pétalos frescor,
Y hasta a  la abeja curiosa
Que sobre ella posaba
Y con trabajo a la flor
De entre su cáliz libaba.
Pero un buen día nació
En que no veía nada
Pues la niebla lo tapaba
Y dejando atrás la torre
Por la puerta del castillo
El prado que lo rodeaba
No sin miedo atravesó,
 Vió que había... presente
Sintió que ella estaba... ausente
Y el hechizo se rompió.
Más se creo otro hechizo
Que rompiendo el anterior
La hizo Feliz para siempre

La moraleja del cuento
No se si por obviedad
Que será que no la encuentro
Para que más moraleja
Que desear felicidad.

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